¿Aprender o ser enseñado?

Breves apuntes tras la lectura de El maestro ignorante de Jacques Rancière.

El maestro se vio en la situación de tener que enseñar algo que no sabía de forma que no pudo enseñar  y los alumnos se quedaron sin ser ser enseñados. Por contra, descubrieron su capacidad para aprender, la potencia de su aprendizaje y ya no necesitaron del profesor. No volvieron a ser enseñados; en adelante se consagraron a aprender.

El descubrimiento de esa potencia del aprender es el primer paso de la emancipación intelectual donde una persona hace libre uso de su capacidad de aprender. No echa mano de lo que aprendió, ni de lo que sabe, ni de lo que un día le enseñaron. Sólo atiende a lo que puede aprender. Esto le libera de la relación jerárquica que se establece cuando alguien enseña y alguien es enseñado. La pasividad del “ser enseñado” se sustituye por la potencia de aprender. Aprender fuera de esa jerarquía es, pues, la emancipación intelectual.

Las relaciones en la enseñanza se consagran al enseñar y al ser enseñado. Primero, la disciplina: quédate quieto, no hablés con los demás, memoriza, pórtate bien, intéresate por lo que se te enseña. Es decir: persevera en la sujeción; mantente pasivo para poder ser enseñado de la forma más fácil posible. Segundo, los exámenes. Te pregunto: qué te he enseñado yo. Atento porque no te pregunto qué sabes, ni qué has aprendido sino qué te he enseñado. Es decir: repite lo que yo te he enseñado.

Actualización 23/10/12.

Un maestro ignorante no es un ignorante que decide hacerse el maestro. Es un maestro que enseña sin transmitir ningún conocimiento.

Ranciere.